Es necesario el análisis de algunos aspectos evolutivos para comprender el porqué de la esencialidad de la vitamina C; en general las plantas y muchos animales sintetizan el ascorbato a partir de la glucosa. Los estudios en la anatomía comparada han demostrado como los peces primitivos, anfibios y reptiles tiene la capacidad de sintetizar el ascorbato a nivel del riñón; por otro lado los mamíferos sintetizan el ascorbato al nivel del hígado.


Como consecuencias de una alteración ocurrida durante la evolución, como consecuencia de la radiación que afectaba al planeta hace 30 millones de años, humanos, primates, cobayos y murciélagos perdieron la capacidad de sintetizar el ascorbato, debido a que el gen codificador del enzima L-gulonolactona oxidasa, perdió funcionalidad. Esto llevó a que los seres humanos nos convirtiéramos en mutantes del ascorbato y que quedáramos por consiguiente dependientes de su ingreso por vía de la dieta.

 

Hace 40 millones de años perdimos el gen responsable del enzima que permitía sintetizar endógenamente el ascorbato.

La consecuencia de dicha mutación es la aparición de una enfermedad catastrófica potencialmente mortal conocida como escorbuto, patología que en su forma clínica florida es ya una rareza pero que por lo contrario podría existir a la manera larvada como un escorbuto subclínico, el cual puede estar relacionado o hacer parte de muchísima de las enfermedades crónicas y degenerativas del mundo moderno.
En resumen nos debe quedar claro que hace 40 millones de años perdimos el gen responsable del enzima que permitía sintetizar endógenamente el ascorbato. Los investigadores proponen que dicha mutación fue posiblemente el resultado de fenómenos de radiación a los cuales los organismos primitivos estaban expuestos.


Somos por lo tanto descendientes en la escala filogenética de una evolución que nos llevó hacer incapaces de fabricar la vitamina C. Aquí es interesante analizar como los mamíferos precursores que eran básicamente vegetarianos, no tuvieron consecuencias importantes por la pérdida de la enzima, puesto que la ingesta de vitamina C por la dieta era alta y por tanto la aptitud evolutiva y la supervivencia no se vio afectada , permitiendo que la descendencia fuera viable. Este hecho permitió que simios, cobayas, Murciélagos y humanos evolucionará con éxito y sobrevivieran.
Otro aspecto que justifica el análisis se relaciona con los tiempos evolutivos; aves mamíferos se separaron evolutivamente mucho tiempo antes de que la mutación genética ocurriera. Los mamíferos se originaron a partir de los reptiles en el período conocido como Carbonífero y Pérnico aproximadamente entre 250 a 350 millones de años, mientras que las aves se originaron de los reptiles en el Jurásico superior y en el Cretácico inferior hace aproximadamente 150 millones de años. Esto nos lleva a comprender que aves y mamíferos perdieron los genes de forma separada e independiente.
Con respecto a los homínidos primitivos que evolucionaron en el bosque tropical, no murieron de escorbuto puesto que sus dietas eran básicamente vegetarianas, abundantes en ascorbato lo cual permitió que no se extinguieran. La prueba de dicho fenómeno puede ser reconocida en hervivoros y simios básicamente vegetarianos que cuentan actualmente con una ingesta muy alta de vitamina C. Los datos antropológicos sugieren que los humanoides primitivos, consumian entre 2,5 a 9 g de vitamina C por día.


Aquí es importante anotar que dicha mutación genética brindó una ligera ventaja energética puesto que no necesitaba fabricar internamente dicha vitamina, de forma tal que en los períodos de hambrunas, que vendrían posteriormente, este grupo filogenéticamente mutante mostraría una ventaja en la supervivencia puesto que podría “superar por hambre” a los que teniendo el gen, se vieron sometidos a una tensión evolutiva máxima; esto hace parte el fenómeno conocido como cuello de botella evolutivo.


Los estudios antropológicos han demostrado como por lo general una especie típica tiene un periodo vital de aproximadamente 10 millones de años y efectivamente los humanos casi se extinguieron hace unos 150.000 años. Las investigaciones genéticas demuestran que los humanos actuales surgen de una pequeña población en África hace aproximadamente entre 150.000 a 200.000 años.

 

La evidencia genética nos llevó a la llamada “Eva mitocondrial” que tuvo un antepasado femenino común en Etiopía, Kenia o Tanzania mostrándonos una línea de evolución Matrilineal. Todos los humanos poseen un ADN mitocondrial originado en un solo individuo.


Los humanos que muestran poca diversidad genética y que partimos de un cuello de botella evolutivo, sobrevivimos finalmente a partir los que eran carentes del GEN que permitía fabricar endógenamente el ascorbato. Esto nos brindó un beneficio evolutivo pero llevo con el paso del tiempo y la llegada del envejecimiento, a quedar expuestos a desarrollar carencias y por tanto enfermedades. Esta situación favoreció la aparición de patologías que como la artritis, las enfermedades cardiovasculares, la baja inmunidad, cáncer, etc, muestran típicamente problemas estructurales relacionados con potenciales déficit de ascorbato. Todo esto nos lleva a comprender que pudimos sobrevivir a los periodos de escasez evolutiva a expensas de ser susceptibles con el paso del tiempo y los cambios del entorno a padecer enfermedades crónicas.


Si nos ubicamos en el momento actual encontramos que la dieta típica del humano moderno no contiene predominantemente frutas y verduras que son las fuentes primarias de La vitamina C y eran la base de la dieta de los homínidos primitivos. Hay suficiente evidencia bibliográfica que reporta cómo esta dieta moderna típica está llevando a más enfermedades degenerativas y menor calidad en la vida. Podríamos llegar a concluir que todo recién nacido viene de “fábrica” con una dependencia a la vitamina C y una deficiencia innata de la vitamina C. Este importante aspecto no ha sido suficientemente tenido en cuenta por la medicina y por consiguiente muchísimas de los procesos funcionales y patológicos actuales puede estar ligados a dicho origen filogénico.


La Investigación a podido corroborar como los animales que sintetizar el ascorbato, lo hace en dosis relativamente grandes y variando en relación con la situación a la cual se están enfrentando. Tal como fue publicado por Salomón y Stubbs, las ratas produce aproximadamente 70 mg por kilo de pesos día pero bajo situaciones de tensión aumentan la producción hasta 215 mg por kilo/día. Una dosis que nos sorprenderá si comparamos con la dosis diaria recomendada oficialmente para un humano de 70 kilos. Efectivamente animales enfermos con capacidad de sintetizar el ascorbato aumentar su producción y su excreción al punto tal que en ratas enfermas la producción sería el equivalente a una ingesta entre cinco a 15 g en el humano. Bajo condiciones normales gatos y perros domésticos produce aproximadamente 2,5 g del equivalente humano. Todo esto nos llevaría al comprender que las recomendaciones nutricionales actuales en relación con la vitamina C no son adecuadas; y que no tienen en cuenta para nada la situación de sobrecarga fisiológica o patológica a la cual el organismo puede estar siendo sometido en un determinado momento.


Los gorilas de montaña y África que son animales NO sintetizadores consumen una cantidad de vegetación que les aporta aproximadamente unos 4,5 g de ascorbato por día, cantidad que sigue estando muy relacionada con la ingesta de los humanos primitivos que rondaba entre 2,3 a 9,5 g de ascorbato por día. Esto llegó al investigador Linus Pauling, a sugerir que el ascorbato se necesita en cantidades mayores como consecuencias de una mutación que es genéticamente identificable y que permitiría clasificar esta situación como un error innato del metabolismo, que coloca a la vitamina C en un lugar de importancia muy diferente al cual en la actualidad la ciencia médica le otorga.